Novedades en la prevención de la coccidiosis y la anemia ferropénica porcinas: un único manejo, un único tratamiento
23 noviembre, 2021Reducción del uso de antibióticos y óxido de zinc en las granjas
13 enero, 2022Introducción
Como vimos en el anterior artículo, la coccidiosis provocada por Cystoisospora suis, es una enfermedad distribuida a nivel mundial, que cursa con diarrea y retrasos en el crecimiento en lechones en sus primeros días de vida. Antes del uso del toltrazurilo para la metafilaxis de las parasitosis causadas por Cystoisospora suis, este protozoo se consideraba muy abundante en Europa y su prevalencia se estimaba en un 80% o más. Mundt et al. (2005) describieron en un estudio a gran escala que la prevalencia total de la enfermedad en granjas era del 69%.
¿Cuál es la prevalencia actualmente?
Para obtener una visión actualizada de la prevalencia actual y de los posibles factores de riesgo asociados con la cystoisosporosis en lechones, en 2018 se llevó a cabo un estudio de campo en cuatro países europeos.
La hipótesis que se barajaba era que C. suis estaba menos presente en granjas donde aplicaban toltrazurilo y/o aplicaban estrategias de higiene en comparación a granjas donde no realizaban ninguna o solo una de las dos estrategias. También se planteaban que la presencia de diarrea era mayor en granjas donde se detectaba C. suis.
En el estudio se incluyeron 49 explotaciones porcinas convencionales (7 en Austria, 7 en Alemania, 17 en República Checa y 18 en España) con un tamaño que oscilaba entre las 65 y las 10.000 reproductoras. El 57% de las granjas tenían exclusivamente Fase I. En total se evaluaron 603 camadas (entre 6 y 63 camadas por granja) con una media de 12,3 camadas por granja (tabla 1).
Tabla 1. Número de granjas y camadas positivas a C. suis y con diarrea.
Para detectar la presencia de C. suis, se tomaron frotis rectales de las 603 camadas durante la segunda y tercera semana de vida (n=1206) y se analizaron con técnicas de autofluorescencia. Las muestras positivas se puntuaron de forma semicuantitativa en función de la cantidad de ooquistes presentes (1=bajo, 2=medio, 3=elevado). También se puntuó la consistencia fecal entre 1 y 4, considerándose como diarrea las puntuaciones 3 y 4 (1=consistente, 2=pastosa, 3=semilíquida, 4=líquida).
Además, el veterinario responsable de cada explotación, rellenó un cuestionario sobre la estructura, gestión e historial de tratamiento de los lechones durante la lactación, así como si habían sufrido episodios previos de diarrea.
El 71,4% de las granjas fueron positivas a C. suis con una prevalencia variable entre 0 y 100% de las camadas analizadas (Figura 1). En cuanto a la consistencia fecal, el 46,8% de las muestras se clasificaron como pastosas y el 5,1% como diarreicas; sin embargo, el 53,1% de las granjas presentó diarrea. El estudio mostró una mayor presencia de ooquistes en las heces de consistencia pastosa que en el resto de consistencias (p=0,005). Por otro lado, aunque si bien en este estudio las heces diarreicas no mostraron una mayor presencia de C. suis respecto al resto de consistencias, el ratio de positividad fue significativamente (p=0,000) superior en granjas con historial previo de diarrea (82,6%) frente a granjas sin historial previo de diarrea. Una de las posibles razones para que no se viese correlación entre la diarrea y la presencia de ooquistes podría deberse a que el pico de excreción de ooquistes a menudo no coincide con la presencia de diarrea, lo cual se vería apoyado por la mayor presencia de ooquistes en las heces pastosas y por el histórico de diarreas en las granjas positivas.
Figura 1. Prevalencia de camadas positivas según la granja.
En cuanto al cuestionario relacionado con los protocolos de desinfección y productos utilizados, el 80,9% de las explotaciones desinfectaban la paridera, pero sólo 2 explotaciones utilizaban un desinfectante con actividad frente a coccidios. Cabe destacar que en estas dos granjas no se detectaron ooquistes. Aunque son pocos datos para analizar estadísticamente, se abre una línea de investigación sobre si el uso regular de desinfectantes con actividad anticoccidial es altamente recomendable para inactivar ooquistes y disminuir la presión de infección en parideras.
En cuanto al uso del Toltrazurilo, 30 de las 49 explotaciones declararon usarlo. No se encontraron diferencias significativas entre explotaciones que aplicasen o no Toltrazurilo en cuanto infección por C. suis (66,7% vs. 79% respectivamente) ni en la presencia de diarrea (53,3% vs. 52,6% respectivamente). Este resultado contrasta con varios estudios experimentales laboratoriales y de campo que demuestran la eficacia de Toltrazurilo en el control de la cistoisosporosis. Estos resultados, podrían deberse a errores de aplicación o a una resistencia antiparasitaria, aunque esta última opción es poco probable. La aplicación de Toltrazurilo sólo es eficaz cuando se administra de forma regular, oportuna y a una dosis adecuada a todos los lechones en riesgo. En cuanto al momento de aplicación del toltrazurilo, de las 30 granjas que aplicaban tratamiento, 9 de ellas realizaban un tratamiento temprano, al 3º día de vida o antes; 10 de ellas un tratamiento tardío, a partir del 4º día; y el resto variaba entre tratamiento temprano y tardío. Se observó una diferencia estadísticamente significativa (p=0,033) respecto a la presencia de C. suis entre aquellas explotaciones que aplicaban un tratamiento tardío (90%) de aquellas que lo aplicaban de forma temprana (44,4%).
Con este estudio se ha comprobado que la prevalencia de C. suis sigue siendo elevada en Europa y que sigue siendo una causa importante de diarrea en los lechones en lactación que conlleva pérdidas considerables para el sector porcino. El mayor ratio de infección se observó en España (p>0,05). En este país, en dos de cada tres granjas, más del 50% de las camadas fueron positivas a C. suis; aunque hay que tener en cuenta que también es de donde se recogieron más muestras.
Este estudio también muestra cómo unos factores decisivos para garantizar la eficacia de las formulaciones con Toltrazurilo son tanto administrar de forma sistemática la dosis correcta a todos los lechones, como hacerlo en el momento adecuado. Actualmente el tratamiento metafiláctico con Toltrazurilo (20 mg/kg de peso vivo) está indicado para lechones entre el 3º-5º día de vida, pero como se observa en el estudio,una aplicación temprana podría ser más eficaz.
Recientemente, se ha desarrollado una formulación combinada de dosis única (Forceris) para la prevención de la cistoisosporosis en lechones y la anemia ferropénica, que se puede administrar vía intramuscular entre las 24 y 96 h después del nacimiento.
En anteriores estudios experimentales, se demostró que el tratamiento con Forceris el 2º día de vida seguido de la infección experimental con C. suis el 3º día de vida, redujo de forma significativa la excreción de ooquistes y la diarrea y, mejoró la ganancia de peso de los lechones tratados en comparación con los lechones infectados del grupo control que no recibieron el tratamiento.
La infección durante los primeros días tras el nacimiento es especialmente perjudicial para la salud de los lechones y requiere una intervención temprana. En el siguiente estudio, se empleó el mismo modelo experimental, pero infectando a los lechones el 1º día de vida, con el objetivo de evaluar la eficacia de Toltrazurilo parenteral aplicado el 2º día de vida y compararlo con el tratamiento tradicional.
Evaluación experimental en lechones en lactación del tratamiento preventivo temprano frente a la cystoisosporosis
Para el estudio, se asignaron 38 lechones de 3 cerdas a tres grupos de tratamiento de forma aleatoria. Se les realizó un examen clínico inicial y se infectaron el 1º día de vida con 1.000 ooquistes esporulados de C. suis.
Al grupo Forceris (n=13) se le administró el 2º día de vida, vía IM, una dosis fija de 1,5 ml de Forceris (45 mg de Toltrazurilo y 200 mg de hierro Gleptoferrón).
El grupo con tratamiento tradicional (n=13) recibió el 2º día de vida, vía IM, 200 mg de hierro Dextrano y el 4º día de vida, vía oral, 20mg/ Kg p.v. de Toltrazurilo, según la indicación del prospecto.
Al grupo control (n=12) sólo se les administró 200 mg de hierro Dextrano el 2º día de vida, vía IM.
Se evaluó diariamente la salud general de los lechones desde el 1º día hasta el final del estudio, el día 29. Además, se valoraron los efectos del tratamiento 1, 6 y 24 h post tratamiento.
Figura 2. Evolución del peso corporal durante el estudio. (con barras de error). Las líneas de puntos representan el peso de los grupos en un estudio previo.3
Se recogieron heces individuales diariamente entre el 5º y 18º día, y se pesaron los lechones el día 1 de vida y semanalmente, los días 8, 15, 22 y 29. Se evaluó la consistencia fecal y se puntuó entre 1-4 (1=rígidas, 2=pastosas, 3=semilíquidas y 4=líquidas), considerándose diarrea las puntuaciones 3 y 4. Las muestras se analizaron mediante autofluorescencia para examinar la presencia de ooquistes y las muestras positivas se analizaron con cámara McMaster para cuantificar el número de ooquistes por cada gramo de heces.
Para evaluar la presencia de otros enteropatógenos en las camadas, se muestrearon las cerdas 5 y 10 días antes del parto. Además, el 5º día de vida, se analizó un pool de heces de cada camada para evaluar la presencia de enteropatógenos bacterianos (E. coli y Cl. perfrigens) y enteropatógenos virales (Rotavirus porcino A, Coronavirus porcino). En el caso de que algún lechón de los grupos tratados mostrara diarrea tras el tratamiento, se analizaron de forma individual las heces del lechón con diarrea y de algún compañero sano de la camada para realizar examen bacteriológico incluyendo factores de virulencia de E. coli y Cl. perfrigens tipo A (toxina ß-2).
Todos los lechones del grupo control excretaron ooquistes. Mediante autofluorescencia, se observaron ooquistes durante 7,1 días de media y con cámara McMaster durante 6,1 días. Hubo dos picos de excreción, los días 7 y 12 post infección con un máximo de 232.434 ooquistes/g heces. En los grupos tratados no se observó excreción de ooquistes, observándose diferencias significativas entre estos y el grupo control, pero no entre ambos grupos tratados.
Figura 3. Comparación de la consistencia fecal y la excreción de ooquistes entre el tratamiento temprano (estudio presente) y tardío (estudio previo).3
En cuanto a la puntuación fecal, la media del grupo control fue superior a 2 entre los días 8º y 13º post infección con un pico el 3º día post infección. En los grupos tratados, la media nunca fue superior a 2. El 72,7% de los lechones del grupo control presentó diarrea, mientras que en el grupo Forceris sólo hubo un animal que presentó diarrea y ninguno en el grupo con tratamiento tradicional. El área bajo la curva, el número de lechones con diarrea y el número de días con diarrea fueron significativamente menores en los grupos tratados vs. grupo control, sin diferencias significativas entre ambos grupos tratados.
En relación a los pesos, no hubo diferencias significativas en los pesos del 1º día. La GMD y el peso total ganado desde el día 1 al 29 fueron menores en el grupo control debido a una severa disminución en la ganancia de peso durante la fase aguda de la infección, entre los días 8 y 15 post infección (447,3 g de media en grupo control, vs. 1446,9 g en grupo tradicional y 1486,2 g en grupo Forceris). Hubo diferencias significativas (p<0,0001) de peso el día 15 entre grupo control vs. grupos tratados; sin embargo, al final del estudio, no hubo diferencias significativas de peso entre grupos.
En cuanto al examen de patógenos enteropatógenos bacterianos y virales, ninguna cerda presentó Cl. perfrigens pero presentaron grandes cantidades de E. coli con los siguientes factores de virulencia: fimH, PapC, iucD y cnf1, y una cerda, astA. Los lechones de 5 días de vida excretaron cantidades elevadas de E. coli y bajas de de Cl. perfrigens tipo A con toxina ß-2. El lechón del grupo Forceris que presentó diarrea, excretó una baja cantidad de E. coli y nada de Cl. perfrigens, al igual que los compañeros de su camada, por lo que no se pudo determinar una etiología en particular. No se detectaron infecciones virales.
Por último, ningún lechón mostró reacciones postratamiento ni tampoco se observaron hinchazones ni otras reacciones en el punto de inoculación.
En el mismo estudio, se realizó un ensayo de las mismas características sólo que se infectaron los lechones el 3º día en lugar del 1º día de vida. La excreción de ooquistes fue claramente superior en el grupo control infectado el 1º día con respecto el grupo control infectado el 3º día, sin embargo, la diarrea fue menos intensa. Respecto a los resultados bacteriológicos, E. coli y Cl. perfrigens están presentes en ambos ensayos pero mucho más abundantes y con más factores de virulencia de E. coli en la infección tardía.
Conclusiones
Con este estudio se concluye que la administración única de Forceris fue igual de segura y eficaz frente a la infección experimental con C. suis el 1º día de vida que el tratamiento con toltrazurilo vía oral al 4º día. En general, el control eficaz de coccidios requiere una intervención temprana para limitar el daño tisular y la contaminación ambiental con ooquistes. En casos de elevada presión de infección es aconsejable tratar a los lechones tan pronto como sea posible.
Los mecanismos de interacción entre Cl. perfrigens y C. suis no se han resuelto pero parece que las enteritis causadas por infecciones coccidiales potencian la colonización intestinal y multiplicación de Cl. perfrigens causando una enteritis necrótica. De este estudio también se concluye que el tratamiento con toltrazurilo a lechones infectados por C. suis puede reducir los efectos de las bacterias enteropatógenas detectadas debido a elevada reducción de diarrea en los grupos tratados vs. el grupo control.
Referencias
1. Hinney B, Cvjetković V, Espigares D, Vanhara J, Waehner C, Ruttkowski B, Selista R, Sperling D and Joachim A (2020) Cystoisospora suis Control in Europe Is Not Always Effective. Front. Vet. Sci. 7:113. doi: 10.3389/fvets.2020.00113.
2. Anja Joachim, Nicolas Guerra, Barbara Hinney, Adnan Hodžić, Hamadi Karembe, Aruna Shrestha and Daniel Sperling. Parasites Vectors (2019) 12:272.
3. Joachim A, Shrestha A, Freudenschuss B, Palmieri N, Hinney B, Karembe H, Sperling D. Comparison of an injectable toltrazuril-gleptoferron (Forceris®) and an oral toltrazuril (Baycox®) + injectable iron dextran for the control of experimentally induced piglet cystoisosporosis. Parasit Vectors. 2018;11:206.