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Introducción de nulíparas. ¿Estamos haciéndolo correctamente? El peso como factor clave

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Adaptación de nulíparas

La adaptación de nulíparas a las características particulares de cada explotación (instalaciones, manejo, sanidad –incluyendo patógenos enzoóticos-) es un paso crucial para satisfacer la necesidad de cerdas de reposición de forma constante y en buenas condiciones. Cualquier acción que influya sobre el desarrollo de las cerdas, tendrá un impacto posterior sobre su rendimiento reproductivo y por tanto sobre el rendimiento económico de las explotaciones.

Durante esta fase, el objetivo es el de poner en contacto a las cerdas con los patógenos presentes en la granja. La duración de esta adaptación, idealmente separada de la granja, deberá ser suficientemente prolongada como para permitir el desarrollo de una inmunidad específica de la granja, al tiempo que, en el momento del ingreso al hato reproductor, las cerdas no sean foco de infección para el resto de animales.

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La clave de la adaptación de nulíparas es el tiempo. Lo que el tiempo demanda es planificación.

 

Instalaciones

La fase de adaptación, además de para tomar contacto con los patógenos en granja, es clave para el desarrollo reproductivo de las nulíparas. Las instalaciones donde se alojan, deben favorecer este desarrollo permitiendo una iluminación adecuada, como mínimo de 250 lux de intensidad durante 14-16 horas al día, seguidas de entre 8 y 10 horas de oscuridad (< de 20 lux). Por otro lado, el alojamiento en grupo (máximo 10 animales) y la comodidad de las instalaciones (limpieza, humedad, suelos, superficie disponible por cerda, etc.) no deben suponer un impedimento para la libre expresión del comportamiento de los animales.


Manejo de la alimentación

La estrategia de alimentación de las nulíparas debe tener como objetivo el desarrollo de dietas específicas, dirigidas especialmente a un buen desarrollo óseo (con especial atención a la biotina, calcio, fósforo y zinc) que cimentarán el futuro de la hembra reproductora.


El peso

Muy relacionado con el manejo de la alimentación es el peso al que las cerdas son cubiertas por primera vez. Junto a otros factores como la condición corporal, el espesor de grasa dorsal y la edad al primer servicio, el peso es un factor crucial en la longevidad productiva de la cerda.

El peso es junto a la edad, el factor indicador de madurez fisiológica de las cerdas nulíparas. Se acepta que un peso superior a los 120 kg es óptimo para el primer servicio de las cerdas, siguiéndose actualmente las recomendaciones propuestas por Foxcroft 2002 y Williams, et al., 2005, los cuales indican que el máximo número de lechones nacidos vivos se obtiene al cubrir dentro de un intervalo de peso entre los 135 y los 150 kg.

El peso es un factor crucial en la longevidad de la cerda.

 

Pesos excesivos a la primera cubrición no están recomendados (Bortolozzo et al., 2009), siendo incluso contraproducentes, derivando en el llamado “síndrome del segundo parto”, cuyos resultados a largo plazo son una reducción de los parámetros reproductivos esperados, con un incremento del IDC y menor tasa de partos, camadas más pequeñas (Pinilla, et al., 2013) y mayor tasa de desecho. Además, cerdas más pesadas en su primera cubrición son cerdas con mayor riesgo en el momento del parto, con un porcentaje mayor de intervenciones y una mayor incidencia del síndrome metritis-mastitis-agalaxia (MMA) (Rozeboom, et al., 1996).

Un aspecto importante del peso óptimo a la primera cubrición es el incremento del coste de producción, tanto directo debido al mayor tiempo transcurrido hasta la cubrición, como indirecto dado que cerdas más pesadas requieren de un mayor aporte de alimento en concepto de mantenimiento. En este último caso, cerdas cubiertas por primera vez a los 160 kg, pueden llegar a consumir hasta 150 g/día más de pienso de gestación que cerdas cubiertas con 135 kg de peso.

Por último, pero no menos importante es la influencia del peso sobre el sistema locomotor de los animales. El sobrepeso en cerdas influye sobre la longevidad de las mismas, de tal forma que la ratio de desecho por causas locomotoras (osteocondrosis principalmente) es estadísticamente mayor en cerdas pasadas de peso al primer servicio en comparación con nulíparas en su peso óptimo (tabla 1).


Edad

Es sabido que los mejores resultados reproductivos se obtienen cuando una cerda nulípara llega a su primer parto con una edad de 355 días (Le-Cozler, et al., 1998), lo que determina una edad de cubrición de unos 240 días. Las cerdas deben al menos llegar hasta su 3er parto para comenzar a ser realmente productivas en la granja (Díaz, et al., 2015), de ahí la importancia de una buena longevidad. Aquellas cerdas inseminadas entre los 210 y los 240 días de vida, mostraron mayores longevidades que cerdas cubiertas antes o después de esta edad (Babot, et al., 2003). Cumplir con estos parámetros tiene relación directa con la productividad y longevidad de las cerdas (Saito, et al., 2011).

 

Conclusiones

  • El bienestar de las nulíparas y un buen desarrollo de las mismas para poder sustituir a las cerdas multíparas, sin que esto suponga un perjuicio para la granja, es la mayor inversión que puede hacer un productor en el desempeño de su labor.
  • La decisión de cuándo deben cubrirse por primera vez debe tomarse en base a unos criterios objetivos que maximicen el éxito de la incorporación.
  • No solo la adaptación sanitaria o la edad son claves para alcanzar el objetivo de una nulípara totalmente adaptada, sino que las instalaciones en las que es criada y más importante aún, el peso al que es cubierta por primera vez, son los pilares sobre los que construir un proceso de producción sostenible y económicamente rentable en el tiempo.