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Inmunología y vacunas: respuesta a las vacunas y planes vacunales frente a la gripe porcina

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Artículo publicado en Suis nº 169 - Julio/Agosto 2020

Gerard Martín

Investigador del IRTA-CReSA


Introducción

El virus de la gripe A en cerdos causa una infección respiratoria que, principalmente, se puede presentar en dos formas epidemiológicas: epidémica y endémica. Mientras que la primera puede tener un impacto importante de forma puntual al incrementar el porcentaje de bajas y abortos en una explotación, es esporádica e infrecuente. Ello se debe probablemente a la elevada prevalencia de la gripe A en granjas porcinas, lo que hace que exista cierto nivel de inmunidad poblacional que evita una diseminación rápida en las explotaciones, especialmente en cerdas (Simon-Grifé et al., 2011). Por otro lado, la forma endémica se caracteriza por mantener de forma extendida en el tiempo una o más cepas de los virus de la gripe A circulando en una explotación (Simon-Grifé et al., 2012; Rose et al., 2013). En este segundo caso, la hipótesis es que mientras la mayor parte de la población tiene cierto nivel de inmunidad, existen diferentes subpoblaciones inmunes que pueden ayudar a mantener la infección en la granja. Estas subpoblaciones son principalmente las cerdas de reposición y cerdas jóvenes, los lechones (Allerson et al., 2013) y los animales de transición.


Subpoblaciones inmunes en las granjas de cerdos y su impacto en la transmisión de la gripe

La mayoría de cerdas reproductoras en una granja presentan anticuerpos frente a la gripe A, y una gran proporción lo hacen frente a más de un subtipo y linaje, lo que indicaría que presentan cierto nivel de inmunidad que probablemente sea efectivo para evitar la clínica frente al virus o los virus presentes en la explotación (Simón- Grifé et al., 2011). Sin embargo, las cerdas de reposición, si no se realiza un protocolo de vacunación, pueden llegar no protegidas o protegidas de forma subóptima. Si se infectan durante la gestación pueden sufrir repeticiones, abortos o pérdidas de prolificidad debido a la fiebre. Si no se infectan, no desarrollaran anticuerpos y sus lechones tienen una mayor probabilidad de infectarse durante la lactancia. De hecho, se ha visto que los lechones de las cerdas jóvenes tienen una mayor probabilidad de ser RT-PCR positivos (Larsen et al., 2010), lo cual indica que estos podrían presentar una protección subóptima (ver figura 1).

Por lo que respecta a los lactantes, el papel de los anticuerpos derivados de calostro es controvertido. Sabemos que la inmunidad homóloga (específica de la cepa circulante) conferida de forma pasiva reduce de forma eficaz la transmisión del virus de la gripe, incluso si esta inmunidad se ha obtenido con una vacuna inactivada en cerdas (Allerson et al., 2013, Cador et al., 2016); además, reduce la carga vírica y protege de la clínica (Deblanc et al., 2018). No obstante, en algunos casos se ha observado que la infección puede empezar muy pronto (a los 3 días de vida), incluso en presencia de anticuerpos derivados de calostro (Ryt-Hansen et al., 2019a). En otro estudio, se observó que aquellos animales que presentaban anticuerpos calostrales frente a la hemaglutinina del virus a títulos superiores a 1:40 (mediante la técnica de la inhibición de la hemaglutinación) tenían menor probabilidad de ser RT-PCR positivos y, además, tardaban más en infectarse que aquellos animales que eran negativos o mostraban menores títulos de anticuerpos (Chamba Pardo et al., 2019). Sin embargo, esta reducción en la transmisión no se observa cuando la inmunidad es heteróloga. Por otro lado, la infección de los animales en presencia de anticuerpos maternales dificulta, retrasa o, incluso, puede bloquear el desarrollo de la inmunidad adaptativa frente al virus. Sin embargo, si los animales pueden estar protegidos o no después no está claro, ya que se han descrito situaciones en las que los animales quedan susceptibles a una segunda infección frente a la cepa homóloga (Loeffen et al., 2003; Simón-Grifé et al., 2012) y situaciones en las que se observa protección (Deblanc et al., 2018) incluso en ausencia del desarrollo de anticuerpos neutralizantes. Probablemente en una explotación encontremos ambas situaciones. Finalmente, en algunos casos se ha visto que los animales infectados en presencia de estos anticuerpos pueden excretar el virus durante un periodo más largo (Loeffen et al., 2003, Ryt-hansen et al., 2019a).

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Cuando los anticuerpos derivados de calostro declinan, se observa un aumento de los signos clínicos (Deblanc et al., 2018) en animales que hayan sido previamente infectados o no, lo que sugiere que los animales quedan igualmente susceptibles.

 

En ocasiones, observaremos la aparición de signos clínicos respiratorios que pueden verse agravados por infecciones secundarias (Gillespie et al., 1999; Torremorell et al., 2009). Este cuadro clínico lo veremos de forma recurrente normalmente en la etapa de transición, aunque en ocasiones pueda desplazarse a maternidad o al engorde, en función de los niveles de anticuerpos conferidos por las cerdas.


Planes de vacunación. ¿Pueden ser útiles?

La vacunación homóloga es muy eficiente para controlar la infección, mientras que la heteróloga no la elimina pero disminuye la carga vírica, el tiempo de excreción y la transmisibilidad del virus entre cerdos (Romagosa et al., 2012). Por otro lado, sabemos que la inmunidad previa se puede ver reforzada por la vacunación. En un estudio realizado por Van Reeth et al. (2006) se observó que los perfiles de desarrollo de anticuerpos eran distintos en función del tipo de inmunización realizada. En primer lugar, observaron que la vacunación con vacuna inactivada en animales negativos era capaz de generar anticuerpos, aunque de forma limitada, a títulos bajos y solamente frente a las cepas usadas en la vacuna. Por otro lado, cuando la vacunación se realizaba en animales que habían sido previamente infectados con una o más cepas, se observaba que los animales aumentaban claramente sus títulos de anticuerpos frente a la/s cepa/s usada/s para la infección, frente a las cepas vacunales, y además desarrollaban anticuerpos frente a cepas que no se habían usado para la infección ni para la vacuna. Esto sugeriría que aumentar la diversidad antigénica durante la inmunización de los animales puede aumentar la reactividad heteróloga de los anticuerpos.

Respecto al impacto directo, en un estudio muy reciente realizado en Alemania (Gumbert et al., 2020), se vacunaron en sábana las cerdas de más de 130 explotaciones que evidenciaban circulación endémica del virus de la gripe. Al comparar parámetros productivos antes y después de la vacunación se observó que había una mejora significativa en cuanto al porcentaje de repeticiones, que se veía reducida del 12 al 10 %; en la tasa de abortos, que bajó un 30 % (del 1,5 al 1 %); y en los nacidos vivos (0,32 más). Respecto al impacto indirecto, en este mismo estudio se vio que la mortalidad predestete se veía significativamente disminuida, lo cual aumentaba el promedio de destetados por cerda y año en un 4 % aproximadamente.

Existen otros estudios que valoran el impacto en parideras de la vacunación de gripe en sábana en reproductoras. Encontramos resultados dispares. En un estudio se consiguió controlar totalmente la infección (Corzo et al., 2011). En otro estudio, se observó una disminución clara de la prevalencia de los animales infectados tanto en lactación como en transición (Chamba Pardo et al., 2019) pero que no consigue eliminar totalmente la infección. Finalmente, también se ha visto un impacto limitado en parideras, con reducción de la transmisión y carga de virus pero causando un bloqueo en la seroconversión de animales infectados (Ryt- Hansen et al., 2019b). En resumen, existe cierto efecto de la vacunación de madres sobre el impacto en parideras e incluso en transición pero, probablemente debido a la gran diversidad de los virus de la gripe A y la falta de correlatos de protección, no podemos predecir en qué medida pueden ayudar a controlar la infección y su impacto.

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Una opción para producir inmunidad en lechones de forma segura y evitar o disminuir la transmisión e impacto de esta enfermedad en transición sería vacunar lechones.

 

Existen dos ejemplos en la bibliografía. En el primero (Gillespie et al., 1999) se realizó vacunación en ciclo (a 5 y 2 semanas antes del parto) combinada con la vacunación de lechones a 5 días de vida y al destete, lo que resultó en el control de la infección. En el otro estudio, realizado por Ryt-Hansen et al. (2019c), vacunaron animales de 4 días de vida con un cuarto de dosis de vacuna inactivada y el resultado fue un impacto prácticamente nulo en cuanto a la inmunización de lechones.

¿Y en el engorde? Las interacciones más claras entre el virus de la gripe y bacterias son con Mycoplasma hyopneumoniae (Deblanc et al., 2013, 2016; Fablet et al., 2012), y, aunque se ha estudiado en menor medida, con Actinobacillus pleuropneumoniae (Pomorska-Mól et al., 2017). Si observamos un incremento de problemas respiratorios al final de transición y durante la etapa de engorde en los que pueden estar implicados estos tres agentes patógenos, siempre que el impacto del problema lo compense, se puede plantear la vacunación de cerdos a partir de las 6 semanas de vida para reducir el impacto en engorde. Es esperable que ayude a reducir la transmisión del virus y, en consecuencia, a mejorar los parámetros asociados a las otras patologías.

 

Conclusión

La dinámica de infección del virus de la gripe en una explotación porcina es compleja y, en ocasiones, su impacto no se observa con claridad ya que podemos detectar al virus en situaciones aparentemente subclínicas. La falta de correlatos de protección entre las vacunas y la gran diversidad del virus de la gripe no permiten determinar con qué eficacia conseguiremos proteger una población de este virus. No obstante, si observamos un aumento de problemas a nivel reproductivo y a nivel respiratorio, y sospechamos del papel de este virus como agente causal, la vacunación, y en especial en las cerdas, puede ser una herramienta útil para ayudar al control de la enfermedad y mejorar los parámetros productivos.

 

Bibliografía disponible aquí.